lunes, 3 de diciembre de 2012

Cimientos

Un movimiento en falso, y todo se derrumba. Los cimientos que con paciencia y fuerza de voluntad has levantado, se demoronan ante un solo fallo, dejando al descubierto quien eres en realidad. Y a un fallo le sigue otro fallo, y dicen que no hay dos sin tres. Y tú te desesperas, por supuesto. Intentas no cagarla más, encerrar en un rincón de tu mente todos esos pensamientos negativos, todos tus recuerdos. Al menos hasta que el fuerte esté reconstruido y puedas olvidarte de todo. Hasta que ese momento llegue, debes aprender a fingir. Ya lo hicistes en el pasado, pero no quieres recordar, asique aprendes de nuevo. Finges que no pasa nada, que nunca pasó. Te esfuerzas en ocultar la locura y la tristeza de tus ojos, en acallar a esa voz que te ruega que estalles. Y a veces funciona. Con la maestría de aquel que ha perfeccionado un arte, dibujas sonrisas falsas en tu rostro. Solo que nunca lo habías hecho antes. Nunca, te dices, y a veces te lo crees. Y cuando te lo crees, lo ves todo como una mala racha, algo que se irá tal como ha llegado. Aciertas. Todos esos pensamientos dolorosos desaparecen de tu cabeza. Cuando intentas recordar lo que te torturaba, te topas con un muro en tu mente, no puedes seguir avanzando. Sigues con tu vida, ignorando que eres una bomba de relojería. Pero inconscientemente sabes que algún día estallarás y, cuando lo hagas, tendrás que enfrentarte a las llamas.

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