lunes, 30 de septiembre de 2013

Luna de miel

Su luna de miel fue un largo escalofrío.Si bien guardaba recuerdos vagos en los que parecía ser feliz, ahora esos momentos le resultaban lejanos. ocultos tras un tapiz bordado con desgracias.
Primero fue el despido. Recortes de personal entre el profesorado. Fue un duro golpe para él. Tal y como estaban las cosas en su país, encontrar empleo iba a ser una odisea. Eso dejando a un lado el hecho de que disfrutaba como un niño impartiendo clases, y lo echaría de menos.
Viéndolo de forma objetiva, no era el fin del mundo. Sí, en medio de ese momento tan especial de su vida había recibido un correo electrónico diciéndole que para el próximo curso prescindirían de sus servicios, pero con el sueldo de su esposa tendrían más que suficiente para seguir adelante hasta que la situación se estabilizara, y mientras tanto podría dedicarle tiempo a sus novelas, todas ellas a medio escribir.
De un modo u otro, el despido acabó convirtiéndose en una nimiedad. Dos días más tarde recibió una llamada a cobro revertido de un número desconocido. Rechazó la llamada una vez. Dos. Cuatro veces. Si eran los de su antiguo instituto para hablar del papeleo del despido, no quería saber nada de ellos por el momento.
Llamaron una quinta vez. Una sexta. A la séptima ocasión decidió aceptar la llamada. Le respondió una voz grave de hombre entre sollozos. Era el padre de una de sus mejores amigas. La amiga que se encargaba de ir a su casa a dar de comer a sus mascotas mientras él estaba fuera. La amiga que había volado por los aires junto con su hogar, su perro y su gato cuando en el piso de al lado se había producido un escape de gas seguido de una chispa. La amiga cuyos restos se enterrarían dentro de tres días.
El padre de su amiga insistió en que disfrutara del crucero, que intentara evadirse un poco con los paseos turísticos y los espectáculos. Cuando volviera podría darle su pésame a la familia si así lo deseaba, aunque no lo consideraban oportuno, puesto que él sufría su pérdida tanto como los demás. Un buen hombre.
A raíz de ahí, no volvió a levantar cabeza. Los días siguientes los pasó intentando sonreír, intentando no amargarle más la luna de miel a su mujer. Ella, por el contrario, supo ver a través de la máscara de su marido e hizo todo lo posible por animarle. En tan solo dos días, había perdido su trabajo, su casa, sus mascotas, y a una de las personas más importantes de su vida. Cuando su esposa no estaba, rompía a llorar, incapaz de contener su sufrimiento. Ahora que estaba tan cerca de alcanzar la felicidad, todo se había ido por la borda.
Una tarde, un día antes de que llegara el fin del crucero, visitó el lujoso bar del yate. Solo. Necesitaba desahogarse, olvidarse de todo. Necesitaba alcohol, y no quería que su mujer le viera destruirse de esa forma. Demasiadas malas noticias de golpe, y muy pocas defensas ante tan desagradables sorpresas.
Volvió a su camarote de madrugada, borracho, y por una vez no sentía las lágrimas a punto de arrojarse al vacío. Se había dejado los malos pensamientos en la barra. Ya encontrarían el camino de vuelta cuando amaneciera.
Cuando cerró a duras penas la puerta del camarote tras de sí, un sonido captó su atención. Tenía la mente embotada, así que le costó relacionarlo con la ducha. Tras unos segundos de cavilación, decidió que no era muy normal que su amada estuviera en la ducha a esas horas.
Algo en su interior le puso alerta y combatió los efectos de la bebida. La sensación siniestra de que algo malo había ocurrido se apoderó de él y dirigió sus pasos hacia el baño...

Recuerda todo esto mientras camina por la cubierta, cruzándose con personas que no saben quien es. Personas que no saben que es el pasajero que se ha quedado viudo hace apenas unas horas. No saben que es quien entró al baño y se encontró el suelo lleno de sangre, con el frágil cuerpo de la mujer con la que se había casado recientemente en medio del lago carmesí, sin fuerzas, sin vida.
Le dijeron que le acompañaban en el sentimiento, que sentían mucho su pérdida. Que sentían mucho que su mujer se hubiera resbalado en el baño y se hubiera abierto la cabeza contra el lavabo mientras él se emborrachaba. Le dijeron que si le consolaba la idea, la muerte había sido rápida. También le dijeron que no debía estar solo en un momento así, pero que entendían que quisiera unos momentos de intimidad. Momentos que aprovechó para marcharse.
Mirando el mar, apoyado en la barandilla, recuerda cuando días antes pensó que todo se había ido por la borda. Cuan equivocado estaba.
Así, apoyado, recuerda que siempre le pareció inútil aprender a nadar, y por ello no lo hizo.
Aún apoyado, piensa que es hora de lanzar el último lastre por la borda, se yergue, y salta al mar por encima de la barandilla, con el sol del amanecer asomando por el horizonte.
El agua gélida abraza su cuerpo, y camufla las lágrimas de su rostro Tapona sus oídos y calla las voces de los que han gritado cuando le han visto arrojarse.
Alguien ha saltado tras él, pretenden salvarle. Salvar su cuerpo y condenarle a la muerte en vida.
No quiere ser salvado.
Ha llegado su hora.
Vacía sus pulmones de aire, y aspira con todas sus fuerzas.

martes, 24 de septiembre de 2013

Pierde tu tiempo

Adelante, sigue el reguero de pensamientos inconexos que te planteo. Acaricia la pérdida de cordura, abrázala, disfrútala. Es una experiencia que no se vive dos veces. El pájaro al que se le rompen las alas tras su primer vuelo. La amante que muere durante el sexo.

Pregúntate qué haces leyendo esta mierda. Pregúntate por qué no la has leído antes en lugar de hacer otras mierdas. Pregúntate si el título de este texto es una orden, o una ironía. Si el título son palabras escogidas aleatoriamente o un mensaje subliminal.

Hagas lo que hagas, pregúntate cosas. Piensa.

Pregúntate si tu vida es tan triste que no puedes hacer otra cosa que no sea leerme. Pregúntate si tu vida es más alegre después de leerme.

Pregúntate por qué la Tierra no se ve roja desde el espacio, si la evolución y el progreso la tiñen de sangre. Pregúntate por qué la sangre es roja, y no negra como nuestros pensamientos. Pregúntate por qué los negros no son blancos. Pregúntate por qué los blancos no son negros.

Piensa. Mantente activo, despierto. Alerta.

Piensa por qué deberías pensar. Piensa lo que pasaría si dejaras de hacerlo. Piensa qué deben sentir los que no piensan. Piensa cómo sería tu vida sin la capacidad de razonar.

También puede intentar no pensar. Puedes condenarte y lanzarte al mar antes de que se hunda el barco. Puedes jugártelo todo a una carta. Intentar nadar cascada arriba o morir en el intento. Ser patético por voluntad propia.

Piensa si eso es lo que quieres. Piensa si esto no es más que un truco para desbaratar tu magnífico plan de autodestrucción. Piensa si realmente me importa tu mierda de vida. Piensa que sé que tu vida es una mierda porque compartimos planeta. Compartimos raza. Piensa que sé que tu vida es una mierda porque lo es.

Intenta mejorar tu existencia. Intenta no ser tú. Intenta alcanzar un objetivo que te haga creerte mejor persona. Que te haga creerte mejor que los demás. Mejor que yo. Intenta no ver la realidad.

Intenta no ver que eres un grano en el culo del mundo, y un mundo para la gente de tu alrededor.

Intenta no ver que todo lo que he dicho es cierto. Intenta no ver que todo lo que me callo también lo es.

Intenta no ver tus virtudes y tus defectos, pero sobre todo no veas tus virtudes. ¿A quién le importan? Al menos a ti no. Intenta no pensar. No preguntarte por qué la gente de tu alrededor te quiere. No pensar en cosas que no comprendes. No preguntarte cosas que te esfuerzas en no comprender. Niégate tu pedazo del paraíso. Conviértelo en tu infierno personal.

Piensa. Actúa. Aunque sea para mal.

Piensa que la gente te quiere porque no sabe como eres. No pienses que en realidad no eres como piensas, si no como piensan.

Piensa que tienes razón en todo, incluso cuando no la tienes. Incluso cuando te contradices.

Piensa que lo que ven en ti no puede ser real. Piensa que decenas de personas viven equivocadas, pero tú no. Piensa que solo tienen razón los que inventan, los que envidian. Los que no quieren ser ellos mismos. Los que quieren ser tú, y por ello intentan que tú no seas tú.

Piensa que lo que digo es verdad, o que es mentira. Piensa lo que quieras, no lo que quieran. No lo que quiero. Piensa lo que debas, no lo que quieras. Piensa.

Pregúntate si sigues perdiendo el tiempo. Pregúntate si el título se refiere al antes o al ahora. Al hoy o al mañana.

Pregúntate si esto no es más que el prólogo de una nueva etapa de mi vida. De tu vida. Pregúntate donde está a estas alturas tu cordura. Pregúntate si te importa.

Ahora también en WordPress http://deliriosdeunalmaerrante.wordpress.com/2013/09/24/pierde-tu-tiempo/

martes, 20 de agosto de 2013

Fracasado

Se levanta el telón. Sobre el escenario han montado una reproducción perfecta del salón de tu casa. Tú estás en el escenario. Si te movieras, comprobarías que el personaje también se mueve, pero no lo haces. Nunca lo haces. En su lugar, observas a tu otro yo con la mirada vacía, que te es devuelta con la misma desgana propia de los muertos en vida.

No eres nadie, y lo sabes, todo el mundo lo sabe.

El público mira al escenario y bosteza. Ya han visto a muchos como tú antes, no les aportas nada, pero no te importa. De un tiempo a esta parte te conformas con hacer lo justo para seguir respirando. Comes, cagas, ves la televisión y duermes. Un niño grande que ha aprendido a cambiarse los pañales.

El público comienza a marcharse. Son gente que conoces, pero a ti no te importa, sólo sigues con la mirada fija hacia delante. Tus amigos y tu familia abandonan uno tras otro el patio de butacas, dejándote sólo, contemplando tu propia desgracia.

Se cierra el telón, la obra ha sido un rotundo fracaso. El teatro cierra sus puertas al público, y escuchas como utilizan una cadena en la puerta para clausurarlo.

Se apagan las luces.

viernes, 2 de agosto de 2013

Un pequeño texto improvisado

Hiroku se asomó a la ventana y sonrió mientras sentía los rayos de sol acariciando su piel, un amante siempre cálido. ¿Quién iba a decir que la mentira duraría tantos siglos? El ser humano siempre se había jactado de la complejidad de su mente, pero al parecer era puro teatrillo, y todo tenía unas bases bastante simples. Hazle a un hombre creer una mentira y le estarás engañando. Hazle creer esa mentira a todo el mundo y la convertirás en verdad. Las mismas pautas a seguir de cualquier religión pueden ser utilizadas con tras finalidades. Ilusos.

Caminó desnudo hacia la cama, donde reposaba su amante, su compañera. Él estaba hambriento y preparado para la acción, imaginando las virguerías que le haría a la joven en cuanto el show comenzara. Con cuidado, se tumbó al lado de ella y comenzó a acariciar cada curva de su cuerpo suavemente, con las yemas de los dedos. Posó los labios con suavidad sobre su cuello, y acercó lentamente la mano con la que acariciaba a la zona que tantas veces le había hecho enloquecer. Un beso. Otro beso. Un gruñido y un "déjame dormir" somnoliento.Tocaba cancelar la función.

Aún sonriendo, acarició el cuello de su compañera nocturna y se marchó al lavabo a vaciar la vejiga, que de repente clamaba su atención, y a darse un afeitado rápido. Paró unos instantes frente al espejo de su armario y mostró sus afilados colmillos.

"Jé. Humanos..."

martes, 16 de julio de 2013

Etiquetas

Bravo. De verdad, bravo. Un aplauso para el caballero de la primera fila. Sí, usted, el homosexual que reniega de las etiquetas por si en algún momento de su vida se siente atraído milagrosamente por una fémina, y consigue sacarse las formas fálicas de la cabeza.

No, por favor, no dejen de aplaudir, aún nos queda la señorita sentada al lado del pasillo central, la que lleva seis meses quedando a diario con un chico, conoce a sus padres, se ha ido de vacaciones con su familia, mantiene relaciones sexuales con él, e incluso hace planes de futuro para los dos, pero no quiere admitir que son pareja por miedo a que algo salga mal.

También tenemos al buen hombre que ahora mismo está siendo iluminado por el foco, que se ha pasado los últimos minutos viendo fotos de menores desnudas en su móvil de última generación, aunque nunca lo admitirá, por supuesto. Jovencitas que necesitaban subir la nota de Sociales de un modo u otro si querían ir a la playa en verano encontraron el camino a la salvación en su despacho.

Justo a su diestra se sienta su señora esposa, una mujer que también rechaza las etiquetas. Teme encontrarse la palabra "Monstruo" escrita en la frente de su marido si las acepta, y que todo el mundo la vea. Recordemos que ante todo, lo que importa son las apariencias. El aplauso también va para ellos dos.

Usted, señorita, que decía que no le importa la sexualidad de cada uno, que todos somos simplemente personas, ¿por qué ha dejado de hablar con su amiga porque la besó? Sólo era una persona siguiendo sus impulsos.

O usted, por ejemplo, que también está en contra de las etiquetas, pero en seguida se dedica a colgar adjetivos como "Guapo", "Simpático" o "Borde" a los demás. ¿Por qué pone etiquetas a otras personas si usted las odia?

La respuesta es sencilla: rechazan las etiquetas cuando les interesa. Llámenme lo que quieran, ya me estarán colgando una etiqueta que sólo ustedes son capaces de ver. Por mucho que digan, no les veo quejarse de estar clasificados en "Hombre o mujer", ni cortarse a la hora de decir que alguien es "Alto o bajo", "Gordo o delgado". Si de verdad están en contra de las etiquetas, olvídense de su nombre y apellidos, de su horóscopo, de su fecha de nacimiento, de su árbol genealógico, de su lugar de residencia, del de procedencia. No trabajen, no estudien, no quieran convertirse en abogados o profesores, no quieran ser millonarios, eso sería colgarse una etiqueta, y está claro que las odian. Olvídense de que son padres, hijos, hermanos. Borren de su mente los recuerdos de que son seres vivos, humanos. No existan.

Afróntenlo, las etiquetas están ahí desde antes de que nazcamos. "Espermatozoide", "Óvulo", "Felicidades, van a ser padres de una preciosa niña". Y siguen ahí en todo momento mientras crecemos, de forma visible o invisible. "Cáncer", "Sida", "Minusvalía". Incluso la etiqueta que nos ponen en el depósito de cadáveres, o el nombre en nuestra lápida.

Ahora, levántense todos de sus asientos y aplaudan con todas sus fuerzas. Aplaudan hasta que les sangren las manos, hasta que la carne salga despedida en todas direcciones y acaben chocando hueso contra hueso. Aplaudan y sepan que, cada vez que lo hacen, están catalogando algo de "Aceptable" o incluso "Bueno". Aplaudan a este adicto a las etiquetas.

miércoles, 12 de junio de 2013

SIN TÍTULO (por el momento)

Hace poco he comenzado a escribir otra de mis barrabasadas y, aunque no tengo intención de hacerlo público (hay cosas que no quiero que me plagien), sí voy a subir este fragmento, para que la señorita LittleTallulah, o Selkaria, dependiendo de la red social, pueda "presumir" de aparecer mencionada en alguno de mis textos. Disfrutadlo, que la mayoría de vosotros poco más vais a ver hasta que esté acabado.


ELLA


Una llamada más. Otra pincelada al inmenso cuadro que es el patetismo humano.
          La mujer que llama ha pillado a su marido con una muchacha veinte años más joven que ella. Tras veinticinco años casados y dos hijos, ha descubierto que a su marido le encanta que le follen por el culo con un strap-on mientras le fustigan el costado.
          La mujer llora desconsolada. No llora por la infidelidad, llora por miedo a ser la última en haberse enterado. Teme que las miradas de sus vecinos vayan cargadas de significado, que cada "buenos días" signifique "tu marido te la está pegando".
          Le digo que se calme, que la menor de sus preocupaciones debería ser lo que piensen los demás, que su verdadero problema es un matrimonio fallido, seguramente por problemas comunicativos. Le digo que si su marido busca en otras personas lo que su mujer no sabe darle, debería preocuparle. Me ofrezco a darle consejos sobre como tocarle, incluso le facilito un par de direcciones donde conseguir juguetes sexuales. Me manda a la mierda y me cuelga.
          Es la tercera vez que me cuelgan en lo que va de mañana. Cuarta, si cuento la llamada que le hice a Claire. Su sentido del humor y el mío tienden a ser incompatibles. Al parecer, que tu pareja te encuentre tirada en el suelo con el cuerpo cubierto de vómito a causa de tu último intento de suicidio, mientras sujetas un cartel enorme que reza "¡Esta vez sí!" y tiene dibujada una carita sonriente, no es nada gracioso. A mí me pareció tronchante.
          Iris, una compañera de trabajo, me hace gestos desde lejos. Coloca la mano a la altura de la sien como si estuviera sujetando una pistola, y aprieta el gatillo invisible del arma con el índice. Eso significa suicida al teléfono. Le digo que me pase la llamada. A ella le agobia hablar con personas así, y le debo muchos favores.
          El suicida me cuenta su caso. Si sabes interpretar sus silencios y los cambios en su tono de voz, ni siquiera tienes que escuchar la historia. Aderezas alguna pausa corta con un "ahá". Si solloza, un "tienes que ser fuerte" alimenta cinco minutos más de monólogo. Cuando titubea, la palabra mágica es "ánimo". Al menos, estas son las cosas que debes decir si pretendes ayudarles. En su lugar, le digo que imagine un mundo al revés. Un humano cagando en la calle, y un perro recogiendo el regalo mientras su molesta mascota intenta montar a una rubia con las tetas enormes. Humanos corriendo en el interior de una rueda buscando un final que jamás llegará, siendo observados por ratones, que señalan y ríen desde fuera de la jaula.
          A cambio obtengo una pausa larga. Normalmente eso es peligroso, puede significar que el suicidio es inminente. Esta vez la frase correcta sería “¿Sigue ahí? Por favor, no me deje”. Yo no digo eso, yo le digo que ese mundo al revés es más realista de lo que parece. Somos los perros y ratones de los de arriba. Vayamos donde vayamos, estamos enjaulados y con una correa al cuello. No hacemos más que dar vueltas en círculo, buscando una salida.
          El suicida da señales de vida, solamente para decir que no lo entiende. Le contesto que no importa y le ofrezco opciones para su situación. Una burbuja de aire en sus venas o gasearse dentro de un coche pueden ser buenos métodos. Las pastillas nunca suelen ser efectivas si no sabes elegir. Nadie es tan valiente como para meter la cabeza bajo el agua hasta ahogarse, sin embargo, el clásico ahorcamiento funciona a la perfección.
          El suicida dice que soy un monstruo, yo le respondo que si se corta las venas, lo haga en vertical, no en horizontal. Que si tiene un arma de fuego, todo es mucho más sencillo. El clásico “bip” me indica que ha colgado.
          Coloco el auricular en su lugar, satisfecha. La gente llama a nuestra línea buscando una solución a sus problemas, y yo les ayudo como puedo. No puedo arreglar un matrimonio fracasado. No puedo devolver un empleo perdido. Tampoco tengo el poder de curar una enfermedad terminal. Si buscan piedad, han llamado al sitio equivocado.

martes, 21 de mayo de 2013

Enfermo

A petición popular, aquí os dejo el relato con el que he quedado segundo en el concurso literario en el que participé. Espero que lo disfrutéis tanto o más que yo.




La velada había terminado de forma desastrosa.
    Al principio todo había ido según lo previsto. Sus flores favoritas en el jarrón, frescas y saludables. De fondo, la canción que tiempo atrás escribí para ella, la que le iluminó la cara e hizo que pareciera un ángel venido del cielo. Velas aromáticas relajantes, cena a cargo de un chef de cierto prestigio, un anillo de compromiso que me había costado la mitad de los ahorros de toda una vida... y como compensación por todo esto, un rechazo y un abandono. Había otro hombre en su vida.
    Esa revelación cambió el rumbo de mis pensamientos. Donde antes había una corriente tranquila de aguas puras y cristalinas, ahora se extendía una maraña de ideas siniestras y sentimientos rotos. La dije que se marchara, y no dudó ni un instante en aceptar la sugerencia.
    Desde ese momento me encuentro en un estado calmo, casi catatónico para quien no está en mi mente, sopesando las posibilidades que se me presentan, a cada cual más oscura que la anterior. Visiones de venganza, dolor y sangre se agolpan unas sobre otras, mostrándome un camino que no sé si quiero seguir. Doy gracias a Dios por mantener este pequeño resquicio de racionalidad, aunque esté encerrado en lo más profundo de mi ser.
    No he tenido tiempo de detener el embite de la locura. En el mismo instante en que se sinceró conmigo, algo se quebró en mi interior. Ya no existían los buenos momentos, los paseos cogidos de la mano, las noches de pasión. No había rastro de añoranza. Nada de lágrimas por lo perdido, por lo que tuve y ya no tendré. Donde tendrían que estar la desesperación y la tristeza, ha aparecido una bestia que a duras penas puedo controlar. Apuesto ambas manos a que este veneno habitaba mi alma desde mi nacimiento, quizás en estado de letargo, y este duro golpe ha hecho desaparecer el candado que lo encerraba, para que pueda campar a sus anchas y pudrirme por dentro.
    La duda de por qué me siento tan vacío y sólo deseo venganza echa raíces en lo que me queda de cordura. Juraría haber vivido situaciones parecidas y haber experimentado sensaciones bien distintas. Lo normal sería que esto me hubiera causado una herida mucho mayor. ¿Por qué no estoy sufriendo?
    Cuando me quiero dar cuenta, mis pies me han traicionado y estoy caminando hacia su casa. No sé cómo acabará nuestro encuentro, pero no puedo detenerme.
    ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se fue? Un par de horas máximo. ¿Estaré en estado de shock? No logro pensar con claridad.
    Paso entre la gente como un muerto viviente. Nadie me mira. Nadie hace caso al tipo trajeado que camina con la mirada vacía. Nadie se preocupa por un desconocido, todos están ocupados en otras cosas. Paso entre un muchacho pecoso y su pareja, que le mira con admiración y cariño, y siento algo parecido a náuseas. Paso ante una anciana paseando a su perro, y éste me ladra. Contengo mis ganas de darle una patada y sigo adelante.
    Es mejor no prestar atención a mi alrededor. La multitud se convierte en un borrón gris en continuo movimiento, una marea inestable que danza dispar al ritmo que marca la luna.
    La imagino a Ella en la cama con una sombra, con un hombre al que no conozco y no deseo conocer. En mi mano un cuchillo, y al final de la escena, la cama llena de sangre y dos cadáveres abrazados.
    Me imagino esperando en el rellano de su piso, y a él, sea quien sea, apareciendo con un ramo de flores por el ascensor. Me imagino detrás de él, pasando mis brazos sobre su cabeza a toda velocidad, con una cable uniendo una mano con la otra. Me imagino el cable apretado con fuerza contra la carne de su cuello, sus venas hinchándose y cambiando de color, sus ojos llorosos. Me imagino sus brazos surcando el aire intentando atraparme primero, y después intentando separar el cable de su cuello inútilmente mientras sus pulmones luchan por saciar su sed. Le imagino cayendo al suelo sin vida, con los ojos inyectados en sangre, y a mí sonriendo.
    Cuando me quiero dar cuenta, me he detenido ante el edificio en el que Ella vive. No entiendo por qué no me muevo hasta que la veo. Está parada entre una señal de stop y una farola al final de su calle. Los faros de los coches la iluminan a su paso remarcando su silueta y borrando sus rasgos faciales por unos instantes. Instantes en los que consigo borrar de mi cabeza la imagen de mis manos estrángulándola.
    Observo cómo se sobresalta y saca algo de su bolso. La llaman por teléfono. Las facciones afiladas de su rostro sonriente se paralizan unas décimas de segundo, justo antes de que el horror se dibuje en sus ojos. Parece que ha recibido una mala noticia. Debería entristecerme cuando comienza  a llorar, pero no puedo. En su lugar pienso que el otro bastardo debe haberla abandonado, y que se lo merece.
    No me hace falta ver más, así que inicio la vuelta a casa. Paso ante restaurantes llenos de parejas que cenan felices, con sus miradas de estúpidos, sus sonrisas de estúpidos, sus conversaciones estúpidas y sus sentimientos estúpidos. Ante personas que, inmersas en un sueño que consideran eterno, se ciegan y niegan que aquello que les alegra cada día pueda desaparecer en algún momento. Me encantaría dedicarme a destrozar sus ilusiones, explicarles la fragilidad de la felicidad y lo poco que les va a durar. Sólo por ver sus reacciones, merecería la pena. Sin embargo, no me apetece malgastar ni un solo segundo de mi tiempo con ellos.
    Mis pies siguen avanzando, mientras nado entre la cordura y la locura. Algo bloquea mis pensamientos, lo noto.
    A lo lejos, frente a mi edificio, la gente se aglomera. Creo distinguir las luces de un par de coches de policía y una ambulancia. El vocerío de todas esas personas me llega ahogado, como si me encontrara debajo del agua.
    Capto un movimiento por el rabillo del ojo justo antes de que un taxi me adelante, pero no un taxi cualquiera... en el taxi va montada Ella. Mi perdición. Mi bloqueo emocional. Mi pasado. La bola de demolición que ha derribado los cimientos de mi existencia en un par de minutos. El hilo que me mantiene en mis cabales. La musa que me enloquece.
    El vehículo se detiene cerca de allí. Ella se baja y corre hacia el gentío. La pierdo de vista cuando se abre hueco a empujones y la multitud vuelve a cerrarse tras su paso.
    Una vez más, mi cuerpo se mueve sin mi consentimiento, al menos a nivel consciente. Me escurro entre hombres y mujeres vestidos con su bata de andar por casa, o incluso en pijama. Hombres y mujeres que parecen horrorizados por algo. Incluso me parece ver de pasada a alguno que otro vomitando. Pronto llego a su lado, y entonces lo recuerdo todo.
    Recuerdo las lágrimas, el dolor de la aceptación de lo perdido, las dudas. ¿Qué hice mal? ¿Por qué no me dijo que había problemas? ¿Por qué ha tenido que esperar precisamente a este momento para decirme que existe otra persona? ¿Por qué? ¿Por qué...? ¿¡Por qué!?
    Me mostré orgulloso, mi rostro se mantuvo pétreo hasta que escuché la puerta cerrarse. Entonces me quebré. Me transformé en un huracán furioso y destrocé todo cuanto tenía a mano. Perdí la elegancia y las formas que me habían caracterizado durante toda mi vida. Rompí con mis propias manos lo que tanto esfuerzo me había costado conseguir. En apenas unos minutos, todo mi mundo desapareció, se reinventó a sí mismo.
    Recuerdo haber tenido una idea descabellada, y estar lo suficientemente desesperado como para ponerla en práctica. Una determinación tenebrosa naciendo en mí.
    Lo recuerdo en este preciso momento porque yo soy la atracción de circo que ha atraído a todos estos morbosos. Yo seré el tema de conversación que anime los encuentros entre vecinos las próximas semanas. Es mi cadáver el que yace destrozado delante de todos.
    También recuerdo la imagen de todas esas luces ahí abajo, lejos del alcance de mis dedos. Siempre me gustó esa vista, pero esta vez era especial, puesto que sería la última vez que lo disfrutara. Recuerdo observar todos esos puntos en movimiento, como pequeñas hormigas siguiendo una ruta preestablecida, y no haber podido evitar compararme a ellos. Ella era lo que me mantenía a flote, cada bocanada de aire que tomaba. Sin su presencia, no era más que uno del montón, una oveja del rebaño. ¿Qué me quedaba sin sus miradas, sin sus labios? Mi trabajo, mi esclavitud, mi rutina ponzoñosa. Ya no me quedaba ni la música, puesto que la había abandonado hace tiempo engañado por mi musa, y ya no encontraba consuelo en sus notas.
    Recuerdo haberme sentado en la barandilla de mi terraza con las piernas colgando por fuera. Mi corazón, más preocupado por lo que había ocurrido que por lo que se avecinaba.
    Recuerdo haber mirado abajo por última vez, y dejarme caer, el viento golpeando mi rostro con tanta rabia que el aire apenas llegaba a mis pulmones.
    Recuerdo mi determinación esfumándose y dando paso en la pista de baile al arrepentimiento y el pánico, mi garganta rompiéndose en un grito ensordecedor, cuyo eco sería portavoz de mi derrota.
    Recuerdo el suelo cada vez más cerca de mí, la caída efímera y al mismo tiempo eterna.
    No vi mi vida pasando ante mis ojos en diapositivas, no vi una luz al final de un túnel. Durante unas microcentésimas de segundo, pude sentir mis huesos resquebrajarse y atravesar mis órganos, y luego, nada.

    Volviendo al presente, Ella llora sin parar, contemplando el cuerpo sin vida de aquel con el que había compartido siete años de su existir, contemplando mi cadáver. Un policía se le acerca y comienzan a hablar. Al parecer, Ella se siente culpable. No necesito saber más. Mis ansias de venganza se han evaporado en cuanto la realidad se me ha echado encima y, para qué negarlo, aún siento que soy más suyo que mío.

    Han pasado días desde el incidente, y haber saltado desde mi piso cada vez me parece una idea mejor. Ahora puedo tenerla, aunque Ella no lo sepa, dormir a su lado recordando el olor de su pelo. Puedo protegerla aunque no lo quiera, alejar de su corazón a aquellos que no considere digos. Veo un propósito en mi presencia en el mundo de los vivos.
    ¿Obsesivo? Quizá.
    ¿Enfermizo? Puede.
    ¿Qué importa? Estoy muerto, ¿qué puedo perder?

lunes, 13 de mayo de 2013

Oveja

Lo primero que debes hacer, antes siquiera de preguntarte qué vas a hacer con tu futuro, antes de visionar mentalmente la existencia perfecta, con una mujer perfecta, unos hijos perfectos, un trabajo perfecto y una casa perfecta; mucho antes de darte cuenta de que tendrás un trabajo de mierda, un apartamento de mierda, una mujer patética y unos hijos patéticos, es prepararte para ser jodido. Lubricarte bien para que te duela menos, porque te la van a meter doblada y sin preguntar.
¿Soñabas con llevar una vida tranquila? Lo sentimos, desde antes de que nacieras tu vida estaba planeada hasta el último detalle, y te ha tocado llevar una existencia de mierda. Esta es tu agenda. Te educaremos para que seas una oveja más del rebaño, y si no nos sales como queremos, directo al matadero, búscate la puta vida. Si eres una buena oveja, tarde o temprano conseguirás un trabajo asqueroso en el que cobrarás una miseria por dejarte la vida, pero recuerda que si has llegado aquí, eres una buena oveja, así que no te quejarás. Es probable que te acabes casando con la única mujer que te aguante, y no con una a la que ames, pero recuerda que es por el bien del rebaño. Tienes que procrear para que tengamos una nueva generación a la que someter, y que la cadena siga adelante. ¿Tus hijos? Sólo otra vuelta de tuerca en este ciclo interminable. Tienes que ser un ejemplo a seguir para ellos, y como tal, deben ser borregos. Ya sabes lo que pasa con las ovejas negras, ¿verdad? Por último, envejecerás sólo y amargado. Tu mujer se habrá marchado, tus hijos se olvidarán de ti, y te pudrirás en una residencia de ancianos.
¿Ahora te parece mejor la idea de dilatarte el ano? Ya es tarde, la cadena lleva un tiempo en marcha, corre a ver Gran Hermano.

viernes, 29 de marzo de 2013

Aún recuerdo (luz)

Aún recuerdo tus falsas sonrisas,
las mentiras transmitidas en caricias,
tu alma como la ceniza,
toda la mierda que te caracteriza.

Aún recuerdo cómo me mirabas,
lo bien que fingías que te importaba.
y poco a poco hilabas
los detalles de tu mascarada.

Aún recuerdo la decepción,
el momento en el que el telón
se prendió fuego y cayó,
desvelando tu verdadero yo.

Aún recuerdo el dolor de la lucha,
pensar en caer y decir "nunca",
como nunca llegaba la ayuda.
La herida resultó ser profunda.

Aún recuerdo todo aquello,
los buenos y malos momentos,
las alegrías y los lamentos,
las noches que pasé despierto.

Y cuando recuerdo, comprendo.
Y cuando comprendo, aprendo.
Y cuando aprendo, erro menos.
Y cuando erro, lo enmiendo.
Y cuando enmiendo, aprendo.
Y cuando aprendo...

jueves, 28 de marzo de 2013

A Berenice

A vos, bella dama de ropajes negros,
que convertís lo baladí en elixir,
que vuestras palabras suturan el alma
y anidan allí donde reina la calma.

A vos, que poseeis la gracia de un ángel
y camináis por senderos tenebrosos.
que sois incapaz de apreciar vuestros dones
y os obcecáis en no ver lo hermoso.

A vos, que a algunos nos servís de lucero,
la salvación de los que están en el cieno.
A vos, que vivís en un engaño ilusorio,
y os enfrentáis a él combatiendo el miedo.

A vos os dedico estos míseros versos,
cuanto menos humildes y recelosos.
A vos os dedico mis pensamientos,
y os reservo un rincón en el mejor sitio.

A vos os entrego mis mejores deseos,
con la promesa de mejores tiempos.
A vos os entrego mi capa, mi espada,
mi armadura, y con ello mi orgullo.


El nombre del poema tiene su sentido, aunque no lo parezca.

viernes, 15 de marzo de 2013

Cuando te miro.

Cuando te miro,
mi bestia interior se libera.
Cuando te miro,
la piel de cordero se quiebra.

Pierdo el control de mi cuerpo,
se lo cedo a mis deseos.
Me convierto en depredador,
Tú mi añorada presa.

Danzas ante mí, como un
sueño a punto de cumplirse.
Lascivia hierve en mis venas.
Promesas mudas, son certezas.

Ropas rasgadas. Debajo,
tu piel resplandeciente.
Encima, mi cuerpo ardiente.
En tu interior, pasión.

Perdámonos en nuestros
instintos más antiguos.
Perdámonos en lo incorrecto
y no volvamos jamás.

Ámame esta noche,
hasta que llegue mi muerte.
Ámame esta noche,
hasta que me despierte.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Esclavitud

¿Por qué llamarlo conquista,
si se dice esclavitud?
¿Por qué decir recompensa,
y disfrazar la hipocresía?

Llámalo como quieras,
profana la esencia
del significado profundo,
nada en su superficie.

Permítete el autoengaño,
capricho del imperfecto.
Cálido tormento,
producto de encontrar
un árido desierto
en el fondo de un oasis.

La esencia será la misma.
La verdad, implacable.
El corazón oculta
lo que todo el mundo sabe.

Su mirada, mi perdición.
Sus labios, mi necesidad.
Su piel, mi pecado.
Su fuego, mi perdón.

viernes, 11 de enero de 2013

Dolor

La guadaña de la muerte
a veces no es tan afilada,
abre surcos en la piel,
pero el alma no perece.

Se retuercen las entrañas,
mueren sueños y esperanzas.
Su caricia te destroza,
mas la vida no se acaba.

Pesadilla hecha real.
Querer y no poder despertar.
Sentir las alas quebrar.
Sufrir y no parar de llorar.

El dolor que mata al ángel,
el perdón que nunca llega,
la incertidumbre que ciega,
el tormento que renace.