viernes, 2 de agosto de 2013

Un pequeño texto improvisado

Hiroku se asomó a la ventana y sonrió mientras sentía los rayos de sol acariciando su piel, un amante siempre cálido. ¿Quién iba a decir que la mentira duraría tantos siglos? El ser humano siempre se había jactado de la complejidad de su mente, pero al parecer era puro teatrillo, y todo tenía unas bases bastante simples. Hazle a un hombre creer una mentira y le estarás engañando. Hazle creer esa mentira a todo el mundo y la convertirás en verdad. Las mismas pautas a seguir de cualquier religión pueden ser utilizadas con tras finalidades. Ilusos.

Caminó desnudo hacia la cama, donde reposaba su amante, su compañera. Él estaba hambriento y preparado para la acción, imaginando las virguerías que le haría a la joven en cuanto el show comenzara. Con cuidado, se tumbó al lado de ella y comenzó a acariciar cada curva de su cuerpo suavemente, con las yemas de los dedos. Posó los labios con suavidad sobre su cuello, y acercó lentamente la mano con la que acariciaba a la zona que tantas veces le había hecho enloquecer. Un beso. Otro beso. Un gruñido y un "déjame dormir" somnoliento.Tocaba cancelar la función.

Aún sonriendo, acarició el cuello de su compañera nocturna y se marchó al lavabo a vaciar la vejiga, que de repente clamaba su atención, y a darse un afeitado rápido. Paró unos instantes frente al espejo de su armario y mostró sus afilados colmillos.

"Jé. Humanos..."

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